Memorias de una rubia

Hoy me siento pletórica: me he quitado el amarillo abuela y me di un rubio medio dorado-cobrizo en el pelo. El resultado me encantó!!

La primera vez que me teñí de rubio fue de risa, la mezcla del polvo decolorante creció hasta comerse el mantel plástico de mi madre... lo derritió como lava. Así y todo tuve el valor de ponérmelo en el pelo y hasta hermoso quedó.

Qué buenos recuerdos guardo de mi inauguración como rubia oficial: el cardiólogo seriecito que acosé sexualmente, la botella de ron que gané en un campismo por tener el lunar más cerca de la boca, mis guardias inventadas en el hospital y las salidas de ligoteo con mis dos amigas (pobre novio de entonces, y él que se creía que era el único que ponía los cuernos!! Cuando muera y vea el recuento de su vida desde arriba sin dudas se acordará de mi madre)

Probé más adelante con color tabaco, violín, cereza, castaño cobrizo, pero siempre volvía a mi rubio brillante de las mil glorias. "Cuando cumpla los 30, decía, me teñiré de rojo". Creo que ya lo haré en la otra vida, no hace mucho tuve un intento, me lo di en casa y me cogió más alante que atrás, parecía una gallina con la cresta encendida, me veía más pálida y para colmo me lo dí a la noche porque a la mañana siguiente tenía médico. Al despertar y mirarme al espejo me armé de valor y pensé para mis adentros: "No está para volarse los sesos, es estilismo, si vas a un peluquero gay te lo hace y te cobra un pastón", así que levanté mi cabeza y crucé la pasarela más orgullosa que una oca comprando una almohada de plumas.
Y al que le parezca feo que no mire!!